Leyendo algunos textos sobre Cervantes para recordar la fecha de su nacimiento que celebramos estos días, he encontrado en el libro del escritor local José César Álvarez, «Cervantes desde la cuna», un capítulo dedicado a la casa natal de Cervantes que narra cosas muy interesantes sobre el descubrimiento de su casa y su destino final como Museo.
A propósito de dicha efeméride, hay que empezar diciendo que se sabe con certeza la fecha de su bautismo, el 9 de octubre de 1547, por su partida bautismal, en cambio su fecha de nacimiento se deduce que debió ser el 29 de septiembre, festividad de San Miguel, por la costumbre tradicional de nombrar a los recién nacidos con el nombre del santo del día.
Pero vamos al tema de su casa natal en Alcalá, la «verdadera», porque es sabido que aquí siempre se ha hablado de dos casas. Apoyándose en la profesión de Rodrigo Cervantes, padre del escritor, en Alcalá han coexistido dos tradiciones para justificar la ubicación del domicilio de los Cervantes; que fue sangrador en el Hospital de Antezana, de ahí la cercanía de su vivienda de la calle de la Imagen, o que lo fue del convento de los Capuchinos, a cuyo huerto contiguo estaba pegada su supuesta casa, que algunos situaban en el interior del mismo en la actual calle Cervantes.
Como explicó el investigador alcalaíno José María San Luciano en su exhaustiva investigación «La Casa de Cervantes en Alcalá de Henares y el Día de la Provincia (1953-1960)», Domiduca Libreros, 2012, se buscaba la casa alcalaína del escritor desde hacía dos siglos, concretamente desde 1752, cuando por fin se encontró, en 1941, su partida de bautismo, prueba indiscutible de la «alcalainidad» de Cervantes.
Fue el cervantista Luis Astrana Marín quien descubrió los documentos que desvelaban donde se encontraba la verdadera casa de los Cervantes. Aquel importante descubrimiento culminó con una fastuosa inauguración oficial de la Casa natal de Cervantes el 9 de octubre de 1956.
Hay que comenzar explicando que la primera ubicación de la casa del escritor se encontraba en el punto diagonalmente opuesto de la misma manzana donde está actualmente, calle que sigue llamándose «de Cervantes» por eso.
Era una ubicación sin fundamento histórico alguno más allá de la tradición popular que allí la situaba, y según la cual la casa del escritor estuvo situada en la tapia de la casa que servía de medianería al huerto del convento de los capuchinos, en el cual se decía había sido sangrador el padre del escritor, y que en el s. XIX se conocía como «huerto de Saturio».
Con la desamortización, casa y convento pasaron a manos privadas, y sobre la vieja tapia se escribían alusiones referidas a la vivienda cervantina, así que el Ayuntamiento quiso darle al lugar el reconocimiento que se le atribuía.
Sobre el muro de la casa que había donde ahora está el Teatro Salón Cervantes se dispuso la colocación de una placa. Al ser derribada para levantar el teatro, los homenajes tuvieron que desplazarse a la tapia del patio contiguo, que muchos alcalaínos aún recordarán porque fue terraza del cine de verano.
Con ese propósito, en 1846, el cervantista local y síndico Mariano Gallo de Alcántara, regaló a la ciudad un modesto busto y dos placas conmemorativas para señalar tan valiosa ubicación en dicha tapia, además de proponer el cambio de nombre de la calle de la Tahona por el de Cervantes.
El texto de la lápida se encargó al poeta laureado Manuel José Quintana que no estuvo muy acertado al escribir: «Aquí nació Miguel de Cervantes Saavedra, autor del Don Quijote, por su nombre y por su ingenio pertenece al mundo civilizado; por su cuna a Alcalá de Henares. Año 1846»
De la cual se podía deducir que Alcalá de Henares no pertenecía al mundo civilizado. Según se desprende de la irónica letrilla recogida por el cronista Fernando Sancho en sus Bagatelas, el tema de la placa fue objeto de chanza: ¡Oh, poder de los destinos!/ En la casa de Cervantes/ Saturio cría guisantes,/ Coles, nabos y pepinos.
Sin embargo, los eruditos locales continuaron en su empeño y aunque el busto y la lápida desaparecieron de las tapias, que fueron derribadas en 1885, al cumplirse en 1905 el III Centenario de la publicación del Quijote el Ayuntamiento descubrió una nueva lápida adosada al muro que cerraba el solar vecino al teatro, justo donde hoy se levanta un edificio moderno anejo a éste, que decía: «Aquí estuvo la casa donde nació Miguel de Cervantes Saavedra, autor del ‘Quijote’. Homenaje de la ciudad de Alcalá de Henares a su hijo esclarecido. MCMV. Y allí estuvo hasta 1956.
No fue aquel el único proyecto que intentó entonces honrar la memoria de nuestro insigne vecino. En 1872 un abogado se ofreció a costear una biblioteca cervantina en una casa de la calle Escritorios. Y a principios del s. XX se propuso instalar un museo cervantino en alguna de las muchas dependencias de la Universidad Cisneriana.
Hasta que el cervantista Luis Astrana Marín, en 1948, publicó el primer tomo de su monumental «Vida ejemplar y heroica de Miguel de Cervantes Saavedra», en el que situaba su casa natal sin ningún género de dudas y apoyándose en numerosa documentación.
Por fin el consistorio encontraba un lugar donde instalar el anhelado museo cervantino. Ocho años transcurrieron hasta que se inauguró el museo biblioteca tras una compleja negociación para adquirir el edificio en cuestión y los colindantes.
Se inauguró la Casa natal de Cervantes el 9 de octubre de 1956, «Día de la Provincia», celebración instaurada por la diputación provincial de Madrid que tenía por objeto, en aquellos años previos al Desarrollismo, la revitalización del deprimido entorno rural de la capital, y según explicaba un locutor del NO-DO «…mediante el ensalzamiento de valores artísticos, culturales y espirituales de los pueblos».
Fue Cervantes el protagonista más destacado de Alcalá aquel año en que, por fin, tras dos centurias buscando dónde honrar su memoria se encontró el lugar donde nació en la calle de la Imagen número 2. Se inauguró entonces como «museo y biblioteca» con entrada por la calle Mayor. Y en el proyecto colaboraron las administraciones, estatal, provincial y local.
Con el apoyo de la Diputación Provincial, el Ayuntamiento presidido por Lucas del Campo compró la casa de la calle de la Imagen (287 m2) en 1953. A los inquilinos se les ofreció una vivienda en la barriada social «José del Campo» adelantando el precio del desahucio.
En 1954 dicho alcalde hizo donación de la casa al Ministerio de Educación con obligación de respetar el uso cervantino al que se destinaba y otorgando un plazo de dos años para la ejecución de las obras.
Veamos cómo era la zona por aquel entonces. Según narra José Carlos Canalda, en la finca que hacía esquina entre las calles Mayor e Imagen, colindantes con la casa de Cervantes, existían viviendas que, como la mayoría de los edificios de la calle Mayor, volaban sobre la actual acera apoyándose en soportales, de modo que el Hospital de Antezana quedaba encajonado por ambos lados, tal y como está ahora por el extremo cercano a la plaza de Cervantes.
Estas viviendas fueron demolidas a finales del s. XIX, quedando en su lugar un solar poco profundo al retranquearse la fachada en toda la anchura de los soportales, como sucede en otras zonas de la calle.
El solar (177 m2), como se puede ver en fotografías de principios del s. XX, estaba cerrado por una simple tapia, y correspondía a los restos de una casa medianera desaparecida, antes adosada por su fondo, y que tenía soportal y fachada a la calle Mayor. Y así estaba en 1953 cuando el Ayuntamiento compró la casa número 2 de la calle de la Imagen.
Aunque ese solar nada tenía que ver con la vivienda de los Cervantes, se pensó que su inclusión en el conjunto del futuro museo ensalzaría el edificio, sustituyéndose la modesta entrada original por la calle de la Imagen, que aún existe, por otra con fachada mucho más monumental, con jardín incluido, por el número 48 de la calle Mayor, la vía principal del municipio.
La nueva casa respetaba la estructura inicial del primitivo edificio, pero lo del jardín fue un exceso, y no fue el único pues se propusieron ideas tan peregrinas como desmontar y trasladar la magnífica fachada de la Casa de los Lizana para dar mayor empaque a la casa con sus leones rampantes. Afortunadamente no se realizó.
Cuentan que el cervantista y descubridor del domicilio cervantino, Luis Astrana Marín, se llevó un gran disgusto al verla terminada poco antes de morir, y la criticó amargamente en el séptimo y último tomo de su obra cervantina acusando a sus responsables de haber falseado por completo el edificio.
No solo porque se inventó una fachada principal por la calle Mayor que no existía, sino también por la total remodelación de su interior. La original era una casa modesta, con pozo y pila en el patio, donde se sustituyeron los primitivos pies derechos de madera, que formaban pórtico y corredores, por columnas renacentistas de piedra traídas del ruinoso patio de Fonseca del Palacio Arzobispal.
Según narra José César Álvarez «Aquellas columnas las vimos de chicos sacar del patio del Ave María de aquel Palacio-Archivo-Seminario.» Y, además, a la entrada falsa se le adosó un anacrónico jardín delantero, el único de la infinita calle Mayor. Menos mal que no prosperó la idea de trasladar la estatua del escritor desde la plaza que lleva su nombre hasta el recién estrenado jardín.
El berrinche del cervantista y presidente de la Sociedad Cervantina fue tal que declinó la invitación al acto de inauguración de la Casa natal de Cervantes. Sigue narrando el investigador cómo para evitar un posible boicot al acto de los eruditos se envió a los seminaristas para hacer bulto. «El patio estaba de bote en bote y en la galería superior se hacinaban los fotógrafos (…) Llegado el momento de los discursos, mi profesor de literatura salió de espontáneo y se puso a dar voces congestionado y gritando: «Esta no es la casa de Astrana».
Para defender la rehabilitación salieron el presidente de la Diputación y un diputado. José García Saldaña, cronista de la ciudad a título póstumo, en la misma línea, dijo que el derribo de la casa de Cervantes fue parcial y menos de lo que se había dicho y que en el patio interior de la casa… se conservaba un ala de la edificación antigua… y en ella una galería semejante a las que hay en otros patios típicos que se encuentran en las casas que hay en la calle Mayor.
Los defensores de la rehabilitación como San Luciano la apoyaron diciendo que la estructura de la casa original donde nacieron Miguel de Cervantes y algunos de sus hermanos continuaba existiendo.
En cambio, a muchos alcalaínos la conversión de la humilde casa de los Cervantes en una casa de más categoría les produce rechazo. Como dice el periodista Pedro Pérez Hinojos: «no deja de ser el producto de los afanes y de los sueños de los alcalaínos de aquella gris y empobrecida Alcalá de la posguerra por darle brillo y encanto a la casa de su paisano más ilustre».
Aun coincidiendo con el enojo del insigne cervantista, pasado el tiempo todos estaremos de acuerdo en que la Casa natal de Cervantes ya se ha integrado en el casco histórico, y ningún alcalaíno podría imaginarla ni de otra manera, ni en otro lugar mejor que éste donde está. https://museocasanataldecervantes.org/
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