La buena esposa es la primera novela histórica que recrea la vida de la alcalaína Francisca de Pedraza, primera mujer, que se sepa, que consiguió una sentencia de divorcio en España en un siglo tan poco favorable para las mujeres como fue el XVII.
Hace algunas semanas informaba de la presentación de este nueva obra de Olalla García, la primera escritora en escribir una biografía de Francisca de Pedraza partiendo de los datos que constan en los documentos judiciales de su caso de divorcio.
Conocer la existencia de esta mujer tan extraordinaria, que descubriera el profesor Ignacio Ruiz hace más de veinte años mientras hacía sus tesis doctoral, dejó tan impactada a la autora tras conocer su desgarradora historia, que confesó sentir la necesidad de contarla para dar a conocer su hazaña y ofrecer con ello un mensaje de esperanza a las mujeres que se encuentran en la misma situación.
Aunque, por motivos obvios, sabemos a priori el feliz desenlace, esto no es impedimento para que una vez iniciada su lectura, el lector desee desentrañar el tema crucial de la obra que es saber ¿cómo en la España del siglo XVII, cuando el único matrimonio con validez legal era el eclesiástico, considerado, además, una unión sagrada e «inquebrantable» por ser uno de los siete sacramentos de la Santa Madre Iglesia, esta alcalaína, mujer corriente, sin linaje, huérfana y criada por las monjas, de poco carácter y con las mismas aspiraciones que las demás mujeres de su condición (casarse y tener hijos) consiguió divorciarse? Porque, según la autora, no hay que olvidar que en aquellos tiempos «la posibilidad de solicitarlo existía aunque los tribunales nunca lo concedían» (p.385), aunque ella tenía motivos muy poderosos, hoy en día indiscutibles, como padecer malos tratos.
Con esta narración Olalla ha conseguido darle cuerpo y mostrarnos las numerosas idas y venidas de Francisca por las audiencias eclesiástica y civil de Alcalá suplicando amparo y justicia cada vez que su marido la apaleaba.
Por sus páginas desfilan temas de todos conocidos que van asociados a los malos tratos como la humillación, cosificación de la mujer, el maltrato psicológico, el sentimiento de culpa, la indiferencia de su entorno más inmediato que mira hacia otro lado, y sobre todo de la justicia que la obliga a volver con su marido una y otra vez.
En contra posición, se da mucha importancia a la relación que Francisca tiene con sus amigas de orfanato que son las que la acogen, la curan y la acompañan, formando una especie de hermandad de socorro entre ellas. Viene al caso mencionar en este punto que la reivindicación del papel femenino es una constante en sus obras y en este caso lo es aún más.
La obra consta de siete partes en las cuales, como ya he dicho, se dan a conocer los hechos que constan en las actas judiciales y los personajes reales que los registraron, y que la autora amalgama con otros ficticios tan convincentes que cuesta distinguirlos de aquéllos.
Junto a las páginas más duras relacionadas con el maltrato, Olalla ha sembrado la narración con detalles que personalmente me gusta encontrar en este género. Un puñado de refranes de los que solo citaré uno que encaja a la perfección en la novela. «Sañudo y fuerte el varón, no es buena combinación» (p. 42). Noticias históricas de la villa como la inundación de 1620 (p.178). Infinidad de curiosidades sobre la práctica de la medicina en aquella época. Alguna pincelada de humor muy justificada.
Y hasta un guiño cervantino a nuestro vecino más ilustre, Miguel de Cervantes, calificando el carácter de la frágil Francisca de quijotesca al decir que «Era una luchadora dispuesta a no desistir jamás, aun teniendo que batallar contra molinos de viento» (p.155). Cervantes había fallecido en Madrid dos años antes de iniciarse el proceso judicial. Por esto y muchas cosas más, su lectura, aunque angustiosa, se hace ágil y amena.
Creo que el caso de Francisca de Pedraza es una excepción de gran magnitud pues ella misma fue una mujer excepcional por la audacia que demostró al solicitar algo socialmente rechazable, dando lugar con ello a una situación legal también excepcional e impensable en la España del s. XVII como era que una mujer consiguiera el divorcio de su esposo contraviniendo todas las normas.
También fue excepcional el modo en que lo consiguió, aunque no voy a desvelarlo. En la actualidad, la excepcionalidad de la novela ha alcanzado a su autora, que con ella se ha convertido en la primera escritora que desmenuza narrativamente la primera sentencia favorable de divorcio que se ha dado en España y, de paso, saca del anonimato y homenajea a su protagonista, Francisca de Pedraza, y al autor de la pionera sentencia, Álvaro de Ayala.
Para terminar quiero volver a alabar las tres últimas novelas de Olalla García que transcurren en Alcalá, un gran escenario cuya historia podría explicar buena parte del devenir histórico de España y del que tan orgullosos nos sentimos los complutenses.
Gracias a la labor divulgativa que realiza extrayendo de los documentos, ensayos y manuales de historia unos hechos desnudos, después vestidos con conocimiento, los lectores miramos los episodios, vida y pensamiento de los complutenses de aquellos tiempos con afecto y cercanía.
Textos e imágenes de @complumiradas