El pasado 2 de mayo, la Sociedad de Condueños de Alcalá de Henares ha visto reconocida la iniciativa que tuvieron en 1850 de crear una entidad para salvar, mediante su compra, restauración y conservación, el Colegio Mayor de San Ildefonso y los demás edificios que fueron universidad, y que habían sido subastados al mejor postor al quedar vacíos tras el traslado de la misma a Madrid en 1836.
Por ello el gobierno de la Comunidad de Madrid le ha distinguido con la concesión de la Gran Cruz de la Orden del 2 de Mayo al ser la primera sociedad particular y privada que se fundó en España para salvar, proteger y conservar el patrimonio de su ciudad. En terminología actual, está considerada como el primer proyecto de crowdfunding español por ser la primera asociación privada sin ánimo de lucro que se creó ex profeso, para la conservación del patrimonio histórico de una ciudad.
El 8 de octubre de 1836, la reina Isabel II firmaba el Real Decreto por el que se ordenaba el traslado de la Universidad Cisneriana a Madrid, para integrarla en la nueva Universidad Central, que después sería Universidad Complutense de Madrid. En 1846 firmaba otros dos decretos más por los que se aprobaba la subasta de los edificios que formaban la manzana fundacional de la ciudad universitaria creada por el Cardenal Cisneros y que habían acogido a los primeros estudiantes en 1508.
Los edificios sin alumnos ni funciones quedaron vacíos y abandonados, en palabras del periodista Pedro Pérez Hinojos, «no era más que un glorioso cementerio de arquitectura renacentista y barroca», en espera de que el importe de su venta o subasta sanearan las arruinadas cuentas públicas. Así comenzaba el proceso de desaparición de lo que durante más de tres siglos había sido la gloria y el orgullo de la ciudad.
El declive de la ciudad había comenzado diez años antes con la Desamortización de Mendizábal, en 1836, gracias a la cual la Universidad como institución, con todo su patrimonio y archivo, se trasladaba a Madrid, llevándose con ella, además de sus bienes materiales archivos, biblioteca… los estudiantes y las familias que vivían directa o indirectamente de ella como profesores, empleados administrativos, artesanos, sastres, libreros, impresores, pensiones que daban hospedaje a los estudiantes… y trayendo la ruina económica y la desolación a la ciudad hasta el punto de que según narra Esteban Azaña en su Historia de Alcalá, unos años más tarde «En las calles de Alcalá crecía la hierba como en el campo».
La despoblación queda avalada por las cifras. De los 5.793 habitantes censados en 1752 quedaron 3.968 contabilizados en el censo de Madoz de 1845.
Tres titulares tuvieron los edificios de la manzana fundacional antes de que los condueños acudieran al rescate. En 1846, en subasta pública ofertó el empresario Joaquín Alcober 50.000 reales al contado por el patio de Continuos, el Colegio de la Concepción que incluía seis colegios menores hasta la Hospedería de Estudiantes, cárcel de estudiantes y casas que daban fachada a la Plaza de Cervantes hasta el Arco de la Universidad y la Iglesia Universitaria.
Posteriormente elevó la oferta hasta los 20.000 aplazados por el resto de los edificios de la manzana cisneriana. Su intención era demolerlos todos excepto el claustro del Colegio Mayor de San Ildefonso para plantar moreras, criar gusanos de seda y construir un taller de hilaturas.
Por suerte, tan disparatado proyecto no prosperó y un año después, una vez iniciado el expolio con la extracción del sepulcro de Cisneros de la Capilla Universitaria, la titularidad pasó a manos del representante de un grupo de compradores, Joaquín Cortés, que abonó los 70.000 reales con el compromiso de conservar la fachada renacentista del Colegio Mayor, los patios y las obras de arte.
Pero éste cedió sus derechos a los verdaderos compradores en 1850, los futuros Condes de Quinto, que continuaron con el expolio intentando rentabilizar el patrimonio recién adquirido con la venta de elementos constructivos como las campanas de la iglesia que según la tradición fueron fundidas con el bronce de los cañones arrebatados al enemigo en la conquista de Orán, empresa patrocinada y dirigida por Cisneros; las rejas de Juan Francés que separaban la nave del Presbiterio en la capilla y que el Marqués de Salamanca se llevó a su palacio de Carabanchel; el retablo principal obra del pintor Sancho Díaz; las piedras del histórico arco con balconada que volaba sobre la calle Pedro Gumiel y que comunicaba la Universidad con la casa de enfrente, que servía de palco al claustro en los festejos que celebraba el concejo en la plaza del Mercado y hacía ‘frontera’ entre la jurisdicción universitaria y la del Concejo; y la balaustrada renacentista del patio Trilingüe. Además de obras de arte, mobiliario y otros objetos que algunos opinan fueron a parar a su palacio madrileño que años después ardería durante un motín.
Estos hechos fueron desatando paulatinamente la alarma entre los complutenses que incrédulos asistían a la mutilación del tesoro artístico de la ciudad hasta que corrió el rumor de que Javier de Quinto también tenía intención de desmontar la fachada renacentista del Colegio Mayor piedra a piedra para ser vendida a un magnate americano. A la vista del daño causado el rumor parecía verosímil.
Ante la pasividad de la municipalidad encabezada por el alcalde Celedonio Bada, la respuesta vecinal fue unánime. Por una vez, desde hacía tiempo, los vecinos se movilizaban en masa para rescatar lo más preciado de su patrimonio de una destrucción inminente. Así el 12 de diciembre de 1850, un grupo de alcalaínos se reunieron en el Palacio Arzobispal y decidieron comprarle al aristócrata los edificios universitarios por 90.000 reales.
Para ello crearon 900 «Leminas» (acciones) de 100 reales cada una, estableciéndose las condiciones de que se vendiesen a los vecinos y que nadie pudiera adquirir más de diez. Un mes después, el 12 de enero de 1851, firmaron ante el notario de la ciudad, Gregorio Azaña, abuelo del que sería presidente de la II República Manuel Azaña, la escritura de constitución de la «Sociedad de Condueños de los Edificios que fueron Universidad, sin ningún ánimo de lucro y con el único y noble fin de conservar el Patrimonio Artístico de Alcalá de Henares para toda la Humanidad».
No se trató de un movimiento integrado solo por la élite burguesa de la ciudad, sino de personas de diferente nivel social quienes participaron en la iniciativa como así se recogió en el escrito dirigido al corregidor.
Entre los 126 vecinos firmantes había ricos propietarios y comerciantes, abogados, doctores, catedráticos y religiosos, pero también albañiles, carpinteros, campesinos, panaderos, tenderos… y tres identificados que aseguraban no saber firmar.
La diversidad de la extracción social quedó demostrada con el hecho de que algunos compraran diez «Láminas», el tope máximo, y otros tres, dos o una. Hay que destacar el esfuerzo que supuso para algunos de ellos adquirir si quiera una teniendo en cuenta el empobrecimiento económico que atravesaba la ciudad.
Una vez salvados y custodiados los edificios por la recién creada Sociedad, los edificios principales fueron cedidos para alojar al Colegio del Arma de Caballería en 1851; a la Milicia Nacional en 1855; a los Padres Escolapios entre 1861-1933; al Instituto Nacional de Enseñanza Media entre 1933-1947, año este último en que el Instituto tuvo que abandonarlo por su estado ruinoso y que tras su restauración albergó la Escuela Nacional de la Administración Pública en 1960 hasta que en 1977 la Universidad retornó a Alcalá.
Aún quedan algunos descendientes de aquellos alcalaínos que siguen formando parte de la Sociedad de Condueños en la actualidad. Ellos son los poseedores de las 900 «láminas» en las que se materializaron los 90.000 reales con los que se compró la manzana universitaria. Éstas solo pueden ser transferidas entre vecinos de Alcalá, con un máximo de diez por persona, como quedó establecido en el documento fundacional.
De manera excepcional y como reconocimiento a sus logros en la recuperación del patrimonio histórico y artístico de la ciudad, la entidad ha hecho ‘condueños’ a título institucional al Ayuntamiento, la Universidad y el Obispado.
En la actualidad, la entidad más antigua de la sociedad complutense arrienda parte de su patrimonio a la Universidad a cambio de un precio simbólico y gestiona el resto. Tiene su sede en la plaza de Cervantes, en el antiguo Hotel Cervantes. Celebra una asamblea anual y cada curso entrega un premio a las mejores tesis doctorales de la Universidad.
De aquella gesta vecinal que impidió el expolio total del legado cisneriano derivaron, casi ciento cincuenta años después, no solo la recuperación de la estima complutense con el retorno definitivo de la Universidad, sino también la declaración de Alcalá como ciudad Patrimonio de la Humanidad en 1998, acontecimientos cuya importancia ha sido determinante en el prestigio y la prosperidad de que disfrutamos los complutenses de hoy.
Esta Cruz de la Orden del 2 de Mayo no es el primer reconocimiento que recibe la Sociedad de Condueños. Previamente fue distinguida como Hija Predilecta de la Ciudad de Alcalá en 2022; nombrada Caballero Almogávar Paracaidista de Honor en 2015; Premio Ciudad de Alcalá de Arquitectura, por la restauración de la Hospedería de Estudiantes en 2010; Placa de Honor de la Orden Civil de Alfonso X el Sabio en 2003; Medalla de Oro de la ciudad de Alcalá, la más alta distinción municipal, y reconocimiento de la Academia de Caballería de Valladolid en 2001; Medalla de Oro de la Universidad de Alcalá en 1989.
En la actualidad al cumplirse este año el 25 aniversario de la declaración de la Universidad y el recinto histórico de Alcalá de Henares Patrimonio Mundial de la UNESCO, ha sido propuesta, por la Universidad de Alcalá, su nominación a los Premios Princesa de Asturias de la Concordia 2023.
En Alcalá de Henares la Sociedad de Condueños tiene dedicada una calle en la zona de la Esgaravita; en la plaza del Palacio tiene un monolito de mármol en conmemoración de su 150 aniversario; y en el antiguo Colegio Mayor de San Ildefonso una lápida de bronce recuerda la entrega a la institución de la Medalla de Oro de la Universidad de Alcalá.
La manzana fundacional que gestiona la Sociedad de Condueños incluye los siguientes edificios:
Colegio Mayor de San Ildefonso, Colegio Menor de San Pedro y San Pablo, Colegio Menor de San Jerónimo o Trilingüe, con sus patios y Paraninfo; Colegio Menor de la Madre de Dios; Colegio Menor de Santa Catalina o de los Artistas; y demás edificios de la manzana fundacional que eran dependencias de la Universidad: cárcel universitaria, carnicería, cuadras, viviendas del personal… que tienen fachada en la Plaza de Cervantes, y que se cedieron para albergar otras instituciones como la antigua Hospedería de Estudiantes que acogió la sede comarcal de Cruz Roja hasta 2014 o la Oficina de Turismo Municipal en el edificio anejo y que actualmente alberga la Junta de Cofradías Penitenciales.
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