RECUPERACION DEL CARNAVAL EN ALCALÁ PARTE III
Y termino con una publicación que debería de haber sido el comienzo de esta serie sobre el carnaval complutense, y con la que pretendo mostrar que sí ha habido tradición carnavalesca en Alcalá, aunque por desconocimiento la gente suele manifestar que no.
Como en el resto de Castilla, los carnavales complutenses hay que situarlos en el ciclo festivo de invierno, el cual está muy influenciado por la meteorología. Antaño durante los tres meses invernales, los alcalaínos celebraban numerosas fiestas, algunas de las cuales datan del s. XVI, como la fiesta del obispillo que inicia este ciclo y que se celebraba el día de San Nicolás de Bari, el 6 de diciembre, le seguía Santa Lucía, la Navidad, año nuevo, en enero los Reyes Magos, San Antón, San Sebastián, San Ildefonso, y en febrero la Candelaria, San Blas y el Carnaval.
Éste último también llamado Carnestolendas o Antruejo en la Edad Media y la Edad Moderna, sobre todo. Tradicionalmente comenzaba el Jueves Lardero o Jueves de Compadres, aunque la fiesta en sí empezaba el Domingo de Carnaval, o domingo Gordo en algunos sitios, y terminaba el Miércoles de Ceniza con el entierro de la sardina. En Castilla continúa prolongándose hasta el domingo siguiente, y es llamado Domingo de Piñata.
Así comenzaba la conferencia «Historia del Carnaval de Alcalá el cronista oficial Vicente M. Sánchez Moltó «, y continuaba explicando cómo en principio consistía en un desfile de personas que vestían disfraces y llevaban máscaras, que con el tiempo se transformó en la fiesta que hoy conocemos. No hay evidencia documental de que se celebrara antes del s. XIII. Y tiene su lógica puesto que su organización no era oficial, ni cosa de instituciones o cofradías, sino de gente que se echaba a la calle para celebrarlo.
Con toda seguridad, las Carnestolendas ya se celebraban en la Baja Edad Media s. XIV-XV, aunque solo hay testimonios de las fiestas organizadas por la Iglesia, y no de las celebraciones espontáneas, que tenían un sentido totalmente opuesto. Durante los siglos XVI-XVII-XVIII hubo constantes prohibiciones por parte de la monarquía y la Iglesia, a pesar de lo cual los estudiantes y vecinos de Alcalá no dejaron de participar en ellas.
En el archivo municipal existe documentación que pone de manifiesto la existencia de tradición carnavalesca en el municipio. Por ejemplo la normativa municipal durante estas celebraciones desde finales del s. XIX y principios del XX, antes de su desaparición.
Los etnólogos han encontrado en los carnavales elementos procedentes de fiestas paganas que probablemente hunden sus raíces en las antiguas Saturnales romanas y en las celebraciones orgiásticas en honor a Baco, tan relacionadas a su vez con la finalización de la siembra de invierno, la entrada del equinoccio de primavera y la fertilidad de un nuevo ciclo. Desde Roma se extendió por Europa durante la Edad Media, y desde España y Portugal a América a finales del s. XV.
Aunque su seña de identidad es la fiesta en la calle, los disfraces, los desfiles con o sin carrozas, los grupos de gente cantando por las calles, lo que caracteriza esta fiesta, irreverente y transgresora, es la permisividad. Eso, unido al consumo de alcohol y al anonimato que proporcionaba el disfraz es lo que incitaba a romper las normas sociales y alterar el orden público.
Para poner límites a esos comportamientos en 1874 las ordenanzas de la policía urbana y rural establecieron que solo se podía ir disfrazado hasta el toque de oración, después había que descubrirse y retirar las máscaras. No se podían llevar armas ni espuelas a no ser «figuradas de cartón y otra materia inofensiva». Excepto las autoridades, quedaba prohibido que los militares acudieran a los bailes con espadas y los paisanos con bastón.
Como el tema de las bromas estaba muy generalizado en estas fiestas, estaba prohibido » vender y quemar carretillas y petardos de mistos fulminantes, poner mazas a las personas, arrojar aguas o basuras, y dar con guantes, ni otra cosa que perjudique u ofenda». Sin embargo, las ordenanzas defendían el derecho a mantener el anonimato y disponían que corresponde únicamente a la autoridad mandar «quitar la careta a la persona que no hubiera guardado el decoro correspondiente, cometiendo algún delito o falta, o causando algún disgusto en el público».
Con el tiempo estas normas se fueron fijando y a las de 1874 se fueron añadiendo otras empezándose a prohibir cualquier cosa que hiciera referencia a los estamentos religiosos, militares o autoridades, e impidiendo el uso de trajes y máscaras alegóricas a la religión, y a otras instituciones, como uniformes militares, insignias y condecoraciones reconocidas por las leyes, o proferir frases que pudieran ofender a la moral pública o a personas determinadas.
Hasta 1980 no se produjo el primer intento de recuperación de los carnavales por parte de la peña «Los Pendones», la más antigua de las peñas actuales, que se había fundado un año antes, en 1979. Pero no fue hasta 1980 cuando se celebraron los primeros carnavales bajo el auspicio del ayuntamiento que son los que han llegado hasta nuestros días.
Hasta que el Instituto de Estudios Complutenses (IEECC) y la Asociación Hijos y Amigos de Alcalá no se unieron en 2019 para rastrear la celebración de los carnavales en Alcalá, que mostraron en una serie de conferencias, la creencia mayoritaria era, como ya se ha dicho, que la fiesta no tenía tradición.
Fue Andrés Huget Carral, recopilador de la tradición oral complutense, autor del Romancero y Cancionero Tradicional de Alcalá de Henares, y líder del grupo de música folk Pliego de Cordel, el conferenciante y el primero que habló de los distintos aspectos de las Carnestolendas de antaño en nuestra ciudad.
Actualmente el Jueves Lardero no se realiza ninguna actividad, ni se cuelgan peleles en la Puerta de Santa Ana, ni hay romería, ni baile de máscaras. Es el Domingo Gordo, el de Carnaval, cuando se celebra la fiesta multitudinaria con el manteo del pelele y los concursos de disfraces. Previamente, el sábado de carnaval ya se ha caldeado el ambiente con el concurso de comparsas.
El miércoles de Ceniza se entierra la sardina y acaba el carnaval complutense en la actualidad, aunque en el pasado y en muchas localidades la fiesta dura hasta el domingo siguiente, el de Piñata se llama porque, tradicionalmente, durante el baile ese día se colgaban y rompían recipientes de barro sin cocer y decorados que se rellenaban con regalos, pero también con agua o harina, y que había que golpear con los ojos tapados.
También se perdió otra tradición que era la de salir a hacer el «al higuí, al higuí» con los chiquillos. Se trataba de un personaje con vestimenta estrafalaria que llevaba dos palos. De uno de ellos colgaba un hilo con un higo seco en el extremo que los niños debían alcanzar con la boca mientras que el portador cantaba la coplilla «Al higuí, al higuí… con la mano, no; con la boca, sí». El otro palo lo utilizaba para golpear con él a quien intentara coger el higo con las manos y no con la boca.
Textos e imágenes @complumiradas