PARQUE DE ANDALUCIA Y LA POBLACIÓN UCRANIANA EN ALCALÁ DE HENARES
Hay en el Parque de Andalucía de Alcalá de Henares un monumento apartado en una esquina, tan desangelado y vandalizado como lo está siendo, desde hace 10 días, la tierra del personaje que homenajea.
Me sirve el citado monumento como excusa para conocer algo más de la historia y cultura de Ucrania y sus gentes, más allá del hecho dramáticamente noticioso de estar siendo brutalmente masacrado en pleno corazón de la Europa del siglo XXI.
Es este mi homenaje en recuerdo y apoyo a esa población que resiste ante el invasor ruso en una guerra impuesta, injusta, desigual, cruel y absurda. Y mi humilde aportación ante la impotencia y desolación que produce asistir en vivo y en directo -pero cómodamente por gentileza de la tecnología- a la invasión de un país soberano ante los ojos incrédulos del mundo entero, que en estado catatónico, observa y se pregunta desconcertado cómo es posible que uno de los cuatro jinetes del apocalipsis -el rojo para más señas- cabalgue de nuevo sobre suelo europeo dejando un rastro de muerte y destrucción a su paso.
Esta publicación pretende recordar la relación que existe entre Alcalá y Ucrania desde hace tiempo como lo demuestra que la población ucraniana de Alcalá sea la tercera comunidad extranjera más grande detrás de la rumana y la china. En 2018 eran un total de 1.450, aunque en su día alcanzaron la cifra de 2.200. Se asientan principalmente en el barrio de los Nogales y en menor porcentaje al oeste de la Puerta de Madrid.
Muchos alcalaínos desconocen que en este parque del barrio del Val inaugurado en 1993, y conocido popularmente como «El Andalú», además de la réplica más o menos fiel de la alcalaína Puerta de Madrid, pero con aires de cortijo andaluz debido a la azulejería que la ornamenta, se encuentra uno de los pocos monumentos complutenses que homenajean a ciudadanos extranjeros.
Se trata del poeta, humanista y pintor ucraniano Tarás Shevchenko (1814-1861), al que sus compatriotas consideran uno de los fundadores de la literatura ucraniana moderna, y que a pesar de ser un absoluto desconocido en España, fue un artista nato que nacido como siervo en la Rusia zarista accedió a la libertad a los 24 años de edad. Esta figura fundamental de la literatura, al que llaman «el poeta de Ucrania», lo es también de la nación ucraniana y por ello aparece en billetes, sellos, etc. Nació el 9 de marzo de 1814 cerca de Cherkasy, y poseía, como he dicho, una sensibilidad innata que explicaría cómo estando al servicio de un terrateniente en calidad de «kozachok» (lacayo), y siendo sus obligaciones, según escribió en su autobiografía, «…solamente guardar silencio y permanecer inmóvil en un rincón de la antesala hasta que resonara su voz imperativa para servirle un vaso de agua o una pipa que se hallaba ante sus narices…», pudo sacar tanto provecho.
Escritor y pintor socialmente comprometido, a causa de su origen humilde militó políticamente en la sociedad de los Santos Cirilo y Metodio (1845), hermandad clandestina de jóvenes patriotas ucranianos que entre otras demandas reclamaban la abolición de la servidumbre, y que tras catorce meses de existencia fue suprimida y castigados con el exilio y la cárcel sus integrantes, entre ellos el poeta, figura destacada de aquel movimiento.
Sus poemas incendiarios en lengua ucraniana le valieron el destierro a los montes Urales durante diez años de duro servicio militar, burlas y humillaciones con prohibición de ejercer sus actividades artísticas. Precisamente por eso su figura se ha recuperado en estos tiempos en que Ucrania se ve obligada a seguir combatiendo, una vez más, por su derecho a existir, habiéndose convertido en un auténtico icono popular y nacional. A su regreso vivió siempre acosado por el poder, hasta que su salud, comprometida a causa de la deportación, acabó empeorando, falleciendo a los 47 años de edad.
Como decía, el monumento en cuestión está en el conocido entre los ucranianos como Parque de Tarás Shevchenko, y fue levantado a iniciativa de la Asociación Patriótica Ucraniana «Volia» y con el apoyo de la Asociación Ucranianos de Alcalá, entre otras instituciones, en recuerdo del segundo centenario de su nacimiento. El 31 de mayo de 2014, en el citado parque, fue adosada, sobre la cara superior de un pequeño pedestal blanco, una placa conmemorativa, iniciativa que se acompañó con la plantación a su alrededor de 47 cerezos, uno por cada año de vida del poeta. En aquella jornada festiva niños y mayores ucranianos de Alcalá colaboraron en aquel evento participando en danzas, juegos, coros, lecturas, discursos y un acto religioso ortodoxo que bendijo este particular «jardín de los cerezos complutense».
La actual es la tercera lápida que se coloca desde entonces ya que las anteriores fueron reparadas o arrancadas hasta en cinco ocasiones. Unos meses antes de instalarse había estallado la crisis de Crimea por lo que quedaban claros los motivos políticos de aquella agresión y las sucesivas, pues aún hoy sigue siendo vandalizada. En las placas que se sucedieron desde 2016, se incluyó la mención a la memoria del centenar de víctimas Héroes de la Centena Celestial que murieron durante la Revolución de la Dignidad Nacional en Maïdan (plaza en ucraniano) que nombró al movimiento de protesta que se produjo en la llamada plaza de la Independencia de Kiev (2013-2014). En ésta el texto es bilingüe ucraniano y español, y la referencia explícita a Alcalá desapareció en favor de la genérica España, esta vez tallado en piedra negra en vez de estampado sobre metal de la anterior.
Desde su instalación, cada 9 de marzo la asociación de ucranianos de Alcalá deposita flores sobre el memorial, y autoridades y personajes destacados de la comunidad ucraniana de dentro y fuera de España, como la biznieta del destacado poeta ucraniano Iván Frankó (1856-1916) -al que me referiré más adelante- Ivannka Miliyanchuk lo han visitado en alguna ocasión.
Sobre la placa se ve el tridente del escudo de Ucrania, signo ancestral de la dinastía Rurik (siglos X-XII) que eran originalmente varegos u «hombres del norte». Los historiadores no han desentrañado aún su significado aunque dan como posible su origen basado en leyendas y mitos relacionados con el nacimiento de Kiev.
Bajo el escudo unas líneas de una famosa poesía del «Gran Kobzar», apodo del poeta homenajeado, muy popular en su país, «jardín de los cerezos, cerca de la casa…», en ucraniano Садок вишневий коло хати… (Sadok vyshnevyi kolo khaty), composición de gran lirismo que los niños ucranianos solían aprender en el colegio, y que el poeta escribió estando en prisión en San Petersburgo mientras esperaba sentencia tras ser arrestado. Versos con los que también se refieren a este lugar los ucranianos alcalaínos.
El único elemento decorativo destacable del monumento está situado en dos caras del pedestal blanco donde está pintado un motivo geométrico en color rojo, ambos predominantes del típico bordado ucraniano (Вишива́нка) Vyshyvanka, también conocido como Sorochka (Сорочка) que significa camisa, y que lucen hombres y mujeres en sus ropas y en las del hogar. Hace unos días la reina de España vestía esta prenda en un acto público en solidaridad con el pueblo ucraniano.
El bordado es una tradición antigua y simbólica que llevaron consigo los campesinos ucranianos a las ciudades y que a partir del s. XX la población combinó con la vestimenta a la europea, convirtiéndose así en un icono cultural y patriótico utilizados sobre todo en fiestas tradicionales. Fue el poeta Iván Frankó el pionero en combinar esta popular prenda ucraniana con la vestimenta europea, haciendo de su imagen ejemplo de compatibilidad de lo nacional con lo europeo. Aunque la moda contemporánea los utiliza en diseños modernos en todo tipo de prendas y tejidos como camisas, vestidos, blusas, corbatas, trajes de baño, etc. La medida de su importancia la da el hecho de que desde 2007 hay un día internacional de la Vyshivanka en la que ucranianos y descendientes en todo el mundo visten esta prenda de aire bohemio como símbolo de identidad nacional.
La razón de plantar los 47 cerezos junto al memorial, no es un gesto carente de significado, al contario, aparte de recordar los años de vida del poeta, estos árboles tienen un valor poético muy importante para el pueblo ucraniano ya que aparecen profusamente mencionados en muchos poemas y textos literarios de éste y otros autores, así como en otras disciplinas artísticas retratados junto a las casas tradicionales ucranianas (jatas) ofreciendo una imagen tradicional muy bucólica. El uso culinario de los frutos del cerezo en la cocina típica ucraniana también es muy destacable.
Volviendo al monumento, reseña el investigador José Carlos Canalda en su página que «la reposición de la placa fue fruto de una iniciativa conjunta hispano-ucraniana para honrar respectivamente a sus principales escritores, Shevchenko en Alcalá y Cervantes en la pequeña localidad ucraniana de Nahuievychi, situada al oeste del país en las estribaciones de los Montes Cárpatos.
En esta ciudad, lugar de nacimiento del poeta y escritor Iván Frankó (1856-1916), se alza un memorial que recuerda a los más importantes escritores de la literatura mundial, al cual se incorporó ese mismo día una lápida de bronce representando el busto del autor del Quijote».
Añade el historiador complutense que la razón de que sea en una población tan pequeña y no en la capital donde se homenajee a Cervantes es porque en ella se encuentra la casa natal de Iván Frankó, que junto con su compatriota recordado en el memorial complutense, Taras Shevchenko, es uno de los principales escritores ucranianos.
En el bosque circundante a su casa convertida en museo se creó una reserva histórico-cultural donde se sitúa el citado monumento que recuerda no sólo a Cervantes, sino a otros autores destacados de la literatura universal como Homero, Dante, Shakespeare, Goethe, Víctor Hugo…
Iván Frankó fue uno de los principales literatos ucranianos y asimismo defensor de la lengua y la cultura ucranianas frente al centralismo del imperio austro-húngaro al que pertenecía entonces su región natal, Galitzia, y tuvo una trayectoria tan dura como la de su colega homenajeado en Alcalá.
Fue un pionero en lo que a la literatura española se refiere. Además de ser el introductor del hispanismo en Ucrania, fue autor de una adaptación en verso del Quijote, la primera en lengua ucraniana, y el primero en dar a conocer en su país a los clásicos literarios españoles. A parte de la obra cervantina, tradujo al ucraniano a Lope de Vega y a Calderón de la Barca. «¡España, oh, mi España! / Edén es terrenal /…» escribió el poeta eslavo en el poema-prólogo de su Quijote con intención de ofrecer al lector una imagen de España que introdujera su traducción.
Su trayectoria literaria es tan amplia que excedería los límites y pretensiones de esta publicación, sin embargo mencionaré que fue propuesto a recibir el premio Nobel de Literatura en 1916, el año en que se postulaba otro español, Benito Pérez Galdós, que tampoco lo recibió a pesar de ser candidato en tres ocasiones.
Para terminar, un par de curiosidades. Iván Frankó procedía del linaje del noble cosaco de origen ucraniano Yuriy Kulchytskiy, inventor del café con leche. En su honor, el asteroide 2428, descubierto en 1977 desde el observatorio de Crimea, recibió el nombre de Kamenyar (el cantero) apodo con que se le conoce en referencia al título de su poema más famoso.
@complumiradas