PEQUEÑAS HISTORIAS QUE GUARDA EL REFRANERO COMPLUTENSE
PARTE III
Terminaba la publicación anterior sobre el refranero complutense con la vista panorámica de Alcalá que tanto agradó al abate Antonio Ponz cuando la vio desde la cuesta del monte Zulema y que alababa en su obra «Viage de España» (1787). Me sirve la citada cuesta y el monte como hilo conductor para enlazar con otros refranes en los que se mencionan ambos.
La cuesta es camino natural que lleva desde Alcalá a la cima del monte también conocido como Cerro del Viso o de San Juan del Viso desde que los Trinitarios Descalzos alcalaínos instalaron en él una antigua casa de retiro que así llamaron por su cercanía a la ermita del mismo nombre que pertenece al término de Los Hueros.
Desde tiempos de la dominación árabe y hasta el s. XVI, historiadores como Ambrosio de Morales o Miguel de Portilla, y el mismísimo Cervantes lo llamaron monte de Zulema, y abarcaba todo el arco de cerros que rodeaban a Alcalá y su comarca. En el s. XIX se empezó a utilizar el término Viso.
En él estuvo el primer emplazamiento íbero-romano de Alcalá y es acceso a la ciudad por el suroeste. Tiene 785 metros de altitud y está a unos 200 metros sobre el nivel del río Henares. Su cima ofrece unas vistas espectaculares de Alcalá y su entorno y que ha tenido su importancia en el devenir histórico de la ciudad, pero no es por estas circunstancias por las que es protagonista de algunos refranes, sino en referencia a un fenómeno recurrente que antaño ocasionaba la meteorología adversa en época de lluvias torrenciales, el de las inundaciones.
Durante siglos las lluvias intensas han anegado Alcalá por los cuatro costados a causa de las crecidas de numerosos arroyos que aquí confluían como Bañuelos, Camarmilla, Villamalea o Boca del Valle, y de los ríos Torote y Henares. Desde la Edad Media, las aguas de los arroyos eran recogidas y desviadas hacia el foso de la muralla, mitigando así sus efectos dañinos, pero desde que la ciudad ensanchó sus límites, en época moderna, y desapareció el foso y la mayor parte de la cerca, empezaron a producirse inundaciones colosales de las que hay constancia gráfica y escrita.
La asociación entre la boina de humedad formada sobre la cima plana de El Viso, y las consecuencias negativas que provocaba el posterior aguacero cristalizó en los refranes la visión del fenómeno meteorológico en los que se anticipa lo que ocurría cuando llovía fuerte.
«Cuando asoma la nube de Alcalá, el agua no faltará»
«Cuando la cuesta Zulema se moja, Alcalá se hace una sopa»
«Cuando el cerro del Viso fuma, agua segura»
«Cuando el cerro El Viso fuma tabaco, labradores recoged el hato»
«Cuando el Viso fuma tabaco, el mozo de mulas recoge el hato»
No hay que olvidar que el refranero tiene su origen en una sociedad agrícola, como era la alcalaína, de ahí que en los dos últimos se avise a los labradores.
Tan frecuentes fueron las inundaciones en Alcalá que dieron nombre a un barrio colindante con la ribera del Henares que a mediados del siglo pasado sufría constantes inundaciones causadas por el desbordamiento del río. Me refiero al barrio de Venecia. Para impedirlo se levantaron taludes a lo largo de su recorrido urbano.
Aunque los arroyos y el río ya no se desbordan, cuando las lluvias son tan intensas que las alcantarillas no dan a basto, las calles se cubren con un palmo de agua y Alcalá vuelve a ser una sopa.
Si el edificio del Colegio Mayor de San Ildefonso es símbolo de identidad asociado a Alcalá, y aún lo es más desde que la Universidad y el casco histórico fueron declarados Patrimonio de la Humanidad en 1998, no es menos seña de identidad la que fuera y sigue siendo arteria principal del centro histórico, la calle Mayor, lugar donde confluyen unas cuantas singularidades.
Además de ser la calle soportalada a ambos lados más larga de España (396 m) y que mejor ha conservado la esencia comercial de sus orígenes (s. XII), como centro neurálgico de la aljama judía, fue lugar de nacimiento de dos personajes importantes de nuestra historia, Miguel de Cervantes y Manuel Azaña, y la pasearon figuras destacadas de las letras en los siglos XVI y XVII como Quevedo, Lope de Vega o Nebrija, por citar algunos nombres. Motivos sobrados para que la calle Mayor de Alcalá aparezca en el refranero:
«En Madrid han pregonado que en Alcalá está lo bueno, desde la calle Mayor hasta la calle Libreros»
«Alcalá de Henares, tanto tienes, tanto vales; si no fuera por los soportales que hay en ti, no valdrías un maravedí»
La versión original de este dicho la publicó Gonzalo Correas en su «Vocabulario de Refranes» en 1906. Y dice:
«Alcalá de Henares, mucho te precias y poco vales; si no fuera por una calle que hay en ti, no valieras un maravedí»
Una versión abreviada de este último ofrecía el escritor Fernando Díaz-Plaja en 1966 en su obra ‘El español y los siete pecados capitales’, en él se acentúa la carga negativa de la vanidad que se atribuye a la ciudad a la vez que se la acusa de superficial y efímera.
«Alcalá de Henares, mucho te precias y poco vales»
No cabe duda de que «esa calle que hay en ti» es nuestra calle Mayor. Algunos justifican la existencia de estos últimos refranes como un reflejo de la envidia que generó la ciudad complutense al convertirse en «ciudad», título otorgado por el rey Carlos II en 1687, mientras la sede de la Corte era, y sigue siendo, una villa.
Y qué lugar hay mejor y más señero en todo el municipio que la calle Mayor para que viva el tío más famoso que todo el mundo dice tener en Alcalá, según proclama uno de los refranes más populares:
«Quién tiene un tío en Alcalá, ni tiene tío ni tiene ná»
Se empleaba en los XVI y XVII, cuando los padres que enviaban a sus hijos a estudiar a la Universidad de Alcalá les recomendaban visitar a personas influyentes diciendo: «su merced vaya a visitar al canónigo fulano, o al beneficiado zutano», y finalizaban con: «y no olvide visitar a su tío», que solía ser una persona inexistente. Era una mera fórmula que se añadía por costumbre. En el fondo indica la conveniencia de tener contactos.
También se puede interpretar en alusión a quien se jacta de tener algún pariente acomodado, pese a que no puede recibir ningún favor de él por lejanía o por olvido, da igual el motivo.
Según Pancracio Celdrán, autor del ‘Diccionario de frases y dichos populares’, puede que a su difusión haya contribuido el sainete del dramaturgo Carlos Arniches titulado ‘El tío de Alcalá‘ (1901). Aunque los arnichistas aseguran que el origen del refrán no está en el mencionado sainete sino que, contraviniendo lo que se ha escrito hasta ahora, estaría en otra obra suya anterior, Los Puritanos (1894), donde aparece el dicho por primera vez.
Para entender la teoría que defiende que el origen del refrán se debe al sainete hay que explicar la trama de esta comedia de enredo que escribió Arniches para mayor lucimiento de su protagonista, la actriz Loreto Prado. «El tío de Alcalá» fue estrenada en 1901 y narra la historia de una joven sastra acosada por un galanteador en su propia casa, a la cual visita el mozo cuando se le antoja sin ser invitado. Para amedrentarlo la muchacha cuelga en un perchero un sombrero y un garrote de un tío inventado venido de Alcalá, según ella, para vivir en su casa y al que amenaza con llamar cada vez que el galán intenta propasarse, para que desista del acoso.
A propósito de esta obra hay que mencionar que a principios del siglo pasado hubo un empresario teatral al que le gustaba montar compañías efímeras para traerlas los domingos al teatro de Alcalá. Y hasta aquí vinieron en tren los dos protagonistas del sainete, Chicote y Loreto, llamada «la reina del teatro por horas» por el académico teatral Antonio Castro, o la «Lina Morgan del principios del s. XX» como la llamó el cronista alcalaíno Fernando Sancho en Bagatelas, quien relata cómo fue el estreno de la obra en Alcalá, en la que él mismo participó como figurante dada su afición al teatro.
Como muestra del desparpajo y vena cómica que poseía la actriz sirva esta anécdota de cuando estrenó la obra y peinaba en escena su larga cabellera que le llegaba casi hasta los talones. Los espectadores exclamaban sorprendidos y entonces ella se volvía hacia ellos y les decía: «¡Pues tó es mío!».
Volviendo a este refrán, otras variantes son:
«Eso es como el que tiene un tío en Alcalá, que ni tiene tío ni tiene ná»
«El que tiene un tío en Alcalá, ni tiene tío ni tiene ná»
«Tener un tío en Alcalá es no tener tío ni es ná»
«Yo tengo un tío en Alcalá -o en Graná-, que ni es tío ni es ná»
Esta última es una versión que recoge el cervantista Francisco Rodríguez Marín y que se dice, como en los anteriores, para desenmascarar a quienes presumen de tener influencias, como ya se ha dicho.
También las tías de Alcalá tienen su refrán:
«En Alcalá de Henares tenía una tía que mientras mandaba una cosa, la hacía»
En este caso la tía alcalaína sirve para describir la personalidad impaciente de quienes ejecutan las órdenes mientras las dan.
Textos e imágenes @complumiradas
Puedes consultar otras entradas relacionadas: