La oferta cultural que está ofreciendo Alcalá esta primavera es tan interesante y variada que merece ser reseñada. En los dos últimos meses se han inaugurado algunas exposiciones que por su gran interés quiero reseñar.
Comienzo con una que ha despertado mucha expectación entre estudiosos y aficionados a la arqueología, y a la que los complutenses tenemos la suerte de no tener que desplazarnos fuera de la ciudad para verla.
Me refiero a «Los últimos días de Tarteso» en el Museo Arqueológico Regional que estará hasta el 24 de septiembre.
Se trata de la primera exposición que se realiza en España sobre esta cultura protohistórica de la cual el propio director del museo y comisario de la misma, Enrique Baquedano, admite desconocer la razón por la que no se había hecho hasta ahora, añadiendo que lo que sí ha comprobado es que no es fácil que todos los museos implicados presten sus piezas estrella, aunque a veces suceda, como ha sido el caso.
El equipo de #construyendotarteso se entregó en cuerpo y alma durante meses para ofrecer una visión integral de esta cultura tan misteriosa que conocemos más por las leyendas transmitidas por los griegos, que identificaban Tarteso con el fin del mundo conocido, lugar donde Hércules fue a realizar el décimo de sus trabajos, que por el estudio de sus hallazgos arqueológicos, cada vez más sorprendentes, que se extienden por las provincias de Huelva, Cádiz y Sevilla, aunque se han encontrado restos por todo el suroeste de la Península Ibérica.
230 piezas procedentes de nueve instituciones: Instituto Valencia de Don Juan; los Museos Arqueológico Nacional y Provincial de Badajoz; y los Museos de Cáceres, Cádiz, Huelva, de la Ciudad de Carmona, Santa Cruz, y Nacional de Arqueología (Lisboa), integran la muestra que se divide en dos partes: la primera, compuesta de textos y piezas, se centra en la explicación de esta cultura y su desarrollo; y una segunda, que ofrece lo más espectacular de toda la exposición, una reconstrucción a escala real del templo palacial de Casas de Turuñuelo (Badajoz), concretamente del patio con su escalinata monumental en el cual se reproduce una hecatombe con restos de cuarenta animales impresos sobre el suelo.
También se proyecta un vídeo en el que se reconstruyen en 3D los trabajos de investigación de este hallazgo tan singular. La muestra se completa con destacados tesoros como el de la Aliseda, estelas de guerrero y femeninas, cerámicas decoradas, armas… que datan entre los s. VIII y VI a.C.
La segunda exposición de esta lista es fotográfica e itinerante, «Alma Tierra» del fotógrafo madrileño José Manuel Navia (1957), en la antigua Iglesia del Colegio-convento de Caracciolos hasta el 28 de mayo, De nuevo vuelvo a agradecer que tan excelente muestra haya recalado aquí de la mano de la Universidad de Alcalá.
Porque José Manuel Navia es uno de los grandes fotógrafos del panorama nacional que llevado de su interés por la España interior, y tras constatar el fenómeno del despoblamiento rural, se ha dedicado a retratarla a lo largo de los años. «De Aragón a Extremadura, de Galicia a Andalucía, de la meseta del Duero a la de La Mancha, kilómetros y kilómetros de territorio y miles de aldeas y caseríos».
Sus imágenes muestran todo aquello que nos atrae y nos gusta observar cuando nos adentramos en el mundo rural: los utensilios domésticos, los aperos, los paisajes, la luz, la naturaleza, los animales, la meteorología, la lumbre, los rostros curtidos, los gestos…, en definitiva, la vida real de la España vaciada, cada vez más difícil de encontrar.
Le honra el gesto de haber dedicado esta obra a la generosidad de las personas que le abrieron las puertas de su intimidad para que entrara con su cámara y pudiera mostrar la crudeza de sus vidas. De todos menciona los nombres y sus pueblos.
Para el trabajo contó con la complicidad del escritor Julio Llamazares (1955) «maestro y pionero en estos asuntos» del que todos recordamos su novela «La lluvia amarilla» (1988), donde ya reflexionaba poéticamente sobre el mismo tema. Suyas son estas líneas extraídas del libro sobre la exposición:
«El visitante de esta exposición, como el lector del libro que la acompaña, podrá seguir sin moverse de donde esté el viaje de un fotógrafo que ha hecho miles de kilómetros y empleado cientos de días de su existencia en recorrer una y otra vez a lo largo del tiempo esa España interior agonizante pero riquísima en personas y en testimonios (…) Es difícil contar en pocas imágenes la desaparición de un mundo o la propia relación con él. Yo lo he intentado en una novela y Navia lo hace con estas fotografías (…) La despoblación y la soledad pesan ya tanto en el territorio como en el alma de las personas que hubieron de abandonarlo a la fuerza o que resisten en él contra viento y marea tratando de que su tierra no se quede también sin su condición animada y espiritual. De que el alma de la tierra, en fin, siga resistiendo, puesto que sin su alma este es un paisaje yerto».
En esta enumeración son de gran interés, especialmente para los complutenses, las siguientes exposiciones que están estrechamente relacionadas con la ciudad.
La primera es una exposición fotográfica, «Alcalá Recuperada» donde se muestran los cambios que ha experimentado la ciudad en los últimos cuarenta años. Estará en la Capilla del Oidor hasta el 2 de julio.
Consta de 50 composiciones fotográficas de distintos lugares de la ciudad, tomadas en la década de los 80 en blanco y negro por Luis Alberto Cabrera, jefe del servicio Municipal de Bibliotecas de Alcalá de Henares y comisario de la exposición (seleccionadas de los fondos municipales), contrastadas con imágenes actuales en color de los mismos lugares en tomadas por el fotógrafo alcalaíno Rubén Gámez en las que se puede observar la evolución de la ciudad en las últimas décadas.
La muestra toma el título del lema «Recuperar Alcalá», programa de recuperación que impulsó el Ayuntamiento entre 1983-1987, y que contó con el apoyo de todos los grupos políticos. Pretendía la recuperación cultural y urbanística que disfrutó la ciudad universitaria que fundó Cisneros.
Dicha recuperación fue uno de los puntos principales de aquel programa, en el que Ayuntamiento y Universidad estaban de acuerdo, e implicaron a todas las instituciones públicas en la devolución de los viejos edificios históricos, algunos convertidos en cuarteles desde el s. XIX, para usos universitarios.
Para ello fue necesaria la rehabilitación de los edificios que albergaban los cuarteles, otras dependencias del Ejército y cárceles. El mérito de aquel proyecto fue reconocido en 1994 con el premio Europa Nostra, punto de partida para la posterior concesión, cuatro años después, del título de Patrimonio de la Humanidad para la Universidad y el recinto histórico de Alcalá en 1998.
La segunda exposición que también interesará a los alcalaínos es «Patrimonio interior» en el antiguo Hospital de Santa María la Rica, integrada por piezas singulares que se encuentran en los Servicios Municipales de Archivo y Biblioteca, así como en las dependencias del Ayuntamiento, abierta hasta el 18 de junio. Forma parte de las actividades que conmemoran el XXV aniversario de la Declaración de Alcalá de Henares como Ciudad Patrimonio de la Humanidad en 1998.
Esta exposición es una oportunidad para que los alcalaínos podamos ver obras que habitualmente no se pueden contemplar. Se trata de óleos, esculturas y otros objetos de distintas épocas que se encuentran en dependencias del consistorio como elementos decorativos.
También se pueden ver ejemplares bibliográficos que conserva la BPM Cardenal Cisneros que por razones de antigüedad, estado de conservación o custodia, solo pueden consultarse en sala. Publicaciones que ha ido adquiriendo el consistorio relacionados con la ciudad, bien por ser Alcalá lugar de su impresión, bien por la vinculación de sus autores con la ciudad, o bien por la propia temática local.
Las obras que se exhiben van desde el s. XVI al XX, y entre ellas se encuentra el primer tomo de el Vita Christi de Ludolfo de Sajonia, la primera obra impresa en Alcalá por la imprenta de Estanislao Polono entre 1502 y 1503, que ha sido cedida por la Sociedad de Condueños, y otra joya bibliográfica, la Biblia Políglota Complutense (1512).
Además, otras obras documentales importantes en la historia de Alcalá como son el Fuero Viejo, el Fuero Nuevo, el título de ciudad que le concedió el rey Carlos II a Alcalá en 1687, documentación real del Emperador Carlos V y su madre, doña Juana, los Reyes Católicos, el cardenal Cisneros y los distintos arzobispos que fueron señores prelaticios de la Villa de Alcalá y su territorio.
Hay piezas del fondo antiguo, de la colección cervantina, fotos, álbumes, dibujos, mapas, correspondencia, actas, proyectos urbanísticos, programas, carteles… y un objeto muy llamativo en medio de la sala: el arca del concejo que los Reyes Católicos mediante una pragmática establecieron que debía haber en todos los concejos.
Un arca con tres llaves custodiadas por tres cargos concejiles, llamados claveros o lo que es lo mismo llaveros, y que habría de contener los privilegios (por eso también llamada arca de privilegios), la documentación propia de las corporaciones y los caudales del concejo.
La tercera exposición vinculada con nuestra ciudad es «Roma» de Paco Díaz Salas (1965), artista madrileño ganador del Premio Ciudad de Alcalá de Artes Visuales el año pasado por su obra «Sobre los Acantilados de mármol». Estará en la Casa de la Entrevista hasta el 11 de junio.
Esta exposición forma parte de la programación de actividades de ‘Complutum Renacida’, recreación de la Alcalá romana que tuvo lugar a principios de mayo. Se compone de pinturas y fotografías, en estas últimas el autor recrea paisajes pétreos partiendo de fragmentos de esculturas romanas de mármol del período Imperial.
Según el artista, los pliegues de tela tallados pueden ser valles, mesetas o montañas. Y así el mármol extraido en una cantera que formó parte de un paisaje, tras ser transformado por el escultor hace miles de años, vuelve a ser paisaje habitado.
La idea se le ocurrió visitando el Museo de Arte Romano de Mérida, miraba las esculturas de senadores, patricias y emperadores romanos cuando en los pliegues de sus ropas descubrió todo un mundo concentrado que podría ser visto como la maqueta de un paisaje.
Pero no acaba ahí su originalidad pictórica, también se sirve de la tecnología para traer al presente hombres y mujeres desaparecidos, romanos en este caso. Imprimió las cabezas de las esculturas romanas en telas y las colocó en tres móviles que no llegan al suelo y que en el centro de la sala envuelven al visitante que merodea entre ellos, percibiéndolos como si fueran fantasmas.
Y termino este repaso con la exposición «Pinturas salvajes. De Cezánne a Coltrane sin paracaídas”, del pintor y escenógrafo Arturo Martín Burgos (1961) que también puede verse en Santa María la Rica hasta el 16 de julio.
Artista polifacético cuya actividad en el mundo de la escenografía teatral durante más de tres décadas, le ha traído también a Alcalá ya que es autor de la escenografía de “Mañanas de abril y mayo”, obra de Calderón de la Barca, que se pondrá en escena en el Teatro Salón Cervantes el 30 de junio, dentro de la programación del festival Clásicos en Alcalá. En 2015, recibió el premio MAX de teatro por la escenografía de la obra «El triángulo azul».
Esta es la primera exposición retrospectiva de este artista madrileño, licenciado en Bellas Artes por la Universidad Complutense de Madrid y profesor de pintura. Un artista polifacético con una extensa y prolífica obra, que incluye todas las facetas de las artes plásticas.
La muestra integrada por cerca de 70 obras, divididas en ocho períodos cronológicos, resume su trayectoria artística a lo largo de las últimas cuatro décadas enmarcadas en el expresionismo abstracto.
En ellas están presentes algunos de sus primeros trabajos que datan de los 80 hasta obras más recientes en las que le ha servido de inspiración la música de compositores, principalmente del s. XX: Schoenberg, Bartók, Debussy, Falla, y sobre todo de Olivier Messiaen. En sus últimos trabajos el jazz es el protagonista.
En sus cuadros cabe una amplia variedad de elementos que van desde la iconografía renacentista, hasta la fotocopias, pasando por imágenes digitales, autorretratos, fotografías y hasta la figura de Kirk Douglas.
Completan la muestra algunas obras en las que introduce algunos utensilios de su propio taller de pintura a los que refiere como una especie de autorretratos.
Esta exposición recupera un itinerario expositivo que quedó interrumpido en salas de todo el país a causa de la pandemia en 2020.
@complumiradas