RAMÓN DEL OLMO, UN BUEN HIJO ADOPTIVO DE ALCALÁ A finales de septiembre, mientras se presentaba en la Capilla del Oidor la exposición “El Comercio en Alcalá. El tiempo entre Mostradores y Escaparates”, compuesta por fotos antiguas, folletos y libros que nos recordaban la importancia del pequeño comercio local en la vida diaria de los complutenses del siglo pasado, Ramón del Olmo, Hijo Adoptivo de Alcalá que tuvo abierta su entrañable tienda de “Repuestos Ramón” en la calle Bedel durante 48 años, y autor de algunas de las imágenes allí expuestas, agotado por su avanzada edad, se despedía silenciosamente de la ajetreada vida que le había traído desde Azuqueca de Henares hasta Alcalá en 1937, en plena guerra civil cuando tenía diez años. Aquí trascurrieron sus escasos años escolares, vivió la dura posguerra, encontró siempre un modo de ganarse la vida, emprendió un negocio con mucho sacrificio, y levantó con sus propias manos la casa que habitaba en el barrio Venecia junto a su familia, y en la que falleció el pasado 1 de octubre. Publicados los obituarios en la prensa local y habiendo sido despedido públicamente por quienes le apreciaban -que eran muchos-, hoy 17 de diciembre de 2024, día en que habría cumplido 97 años, esta publicación pretende ser mi modesto homenaje. En él cuento algunos momentos que compartí con él durante este último año y doy unas pinceladas de su amplia biografía para quienes no le conocieron. A su edad, habiendo tenido una vida tan activa, sintiendo el amor de su familia y a cada paso el cariño, admiración y respeto de sus amigos y vecinos, pocas cosas le quedaban por hacer a Ramón del Olmo excepto ver cumplido un sueño. Quería ser invitado en calidad de Hijo Adoptivo de la ciudad a la próxima ceremonia del Premio Cervantes que S.M. el Rey entrega cada 23 de abril en el paraninfo de la Universidad de Alcalá. Para eso me había pedido muy seriamente el otoño pasado que le ayudara a redactar una carta dirigida a la Casa Real. Es necesario apuntar lo de seriamente porque no fue una idea producto de la senilidad, sino de un deseo largamente acariciado y muy razonado. Sentía añoranza de pasadas ceremonias, en las que estuvo como responsable en la sombra de que los discursos del monarca, galardonados y demás autoridades fueran escuchados con la claridad debida desde 1976, año en que se instauró el premio, hasta 1992 en que se instaló un sistema de megafonía fijo en la sala. Quería estar presente una vez más, tener ocasión de encontrarse con Don Felipe, y recordarle una anécdota muy cervantina que protagonizó junto a él en una de aquellas ceremonias, cuando un jovencísimo príncipe acompañaba a sus padres un 23 de abril, curioso reparaba en la insignia que llevaba en la solapa de su chaqueta “el hombre del sonido”-como se conocía a Ramón en Alcalá-, y con toda naturalidad le preguntaba, señalándola, que a quién representaba. Él le contestó que era Cervantes. Acto seguido se la quitó y se la entregó. Era uno de aquellos “pins” con la silueta de la escultura de Cervantes que hay en nuestra plaza que tuvo mucho éxito en las tiendas de recuerdos aquellos años. Incluso en medio de tanta ceremoniosidad, surgió la ocasión de que Ramón pudiera manifestar su innata generosidad. Nos pusimos manos a la obra y revolviendo entre los recuerdos y papeles que atesoraba en un cuarto que había habilitado en el piso superior de su casa, completamos un dosier de casi veinte páginas que envié a la Casa Real con tan insólita petición. Un mes después, coincidiendo con su 96 cumpleaños, recibía contestación por correo postal, confirmando su invitación para asistir a la ceremonia de entrega del Premio Cervantes que recibiría el escritor español Luis Mateo Díez de manos de Don Felipe en el paraninfo de la Universidad de Alcalá el 23 de abril de 2024. La incertidumbre vivida durante aquel mes de espera mereció la pena, y eufórico salió a compartir la noticia con sus habituales compañeros de tertulia. El que debía ser un 23 de abril inolvidable, solo lo fue para el escritor galardonado, Luis Mateo Díez, ya que el Hijo Adoptivo de Alcalá dejó su asiento vacío, y estériles fueron las gestiones hechas previamente para que pudiera reencontrarse con Don Felipe, recordarle la anécdota del “pin”, y hacerse la anhelada foto de recuerdo que engrosaría su colección particular. Ésa en la que con total naturalidad conviven multitud de fotos acompañado de familiares, de alcalaínos anónimos y de personalidades destacadas, locales y nacionales que han pasado por Alcalá. La víspera de la ceremonia, su quebrada salud había dado un vuelco y tuvo que conformarse con seguirla por televisión. Y no fue lo más grave no poder asistir al acto, sino que fue el primer aviso de un proceso que conduciría al fatal desenlace el pasado 1 de octubre, día que curiosamente comenzaba a celebrarse la Semana del Mayor alcalaína de la que había sido orgulloso pregonero en dos ocasiones. No era la primera vez que Ramón superara una situación comprometida, de ahí la sorpresa de quienes le frecuentábamos. En 2019 sufrió una caída en su casa que lo llevó dos veces al hospital, y de la cual salió airoso aunque tuvo que aceptar la ayuda de un andador que sería desde entonces su inseparable compañero. Sin sospecharlo, la de este año que termina fue la última y más esperada de las 96 primaveras que había vivido el más popular, cercano y querido de todos los Hijos Adoptivos que ha tenido Alcalá. Un deportista nato. El último jugador veterano que quedaba de aquel equipo de fútbol infantil nacido en el colegio de la Graduada de Don Julio López Carreño de la Plaza de la Victoria, que con los años se convertiría en el C.D. Avance, que el año pasado celebró su 75 aniversario, y en el que Ramón jugó en la temporada 1942-43. El ciclista aficionado que no se perdió ninguna competición local durante las Ferias y Fiestas de Alcalá entre 1946 y 1950. Un ejemplo a seguir en lo que hoy en día llamamos envejecimiento activo, que atendió a la mente tanto como al cuerpo, jugando al tenis hasta los ochenta y cinco años en la Ciudad Deportiva de El Val y compartiendo en periódicos locales y en varios libros sus vivencias complutenses. Las mismas que algunos domingos aún seguía relatando con ayuda de fotos y recortes de prensa que llevaba en su andador, para mostrarlas a un grupo de amigos y vecinos alcalaínos interesados por conocer sus historias, los hechos que presenció, y también las personalidades públicas que él conoció desde la privilegiada situación que le daba ser responsable del sonido en multitud de actos organizados por entidades locales públicas y privadas desde 1964. Había comenzado anunciando por las calles las comunicaciones del ayuntamiento con un Seat 600 y un megáfono. Después, continuó colocando altavoces y micrófonos en cualquier acto público. Gracias a esa actividad había cubierto un gran capítulo de la historia de Alcalá. Desde el consistorio al arzobispado pasando por sindicatos, cofradías, partidos políticos, asociaciones culturales, etc., contaron siempre con su colaboración -en muchas ocasiones desinteresada- en actos benéficos, fiestas patronales, procesiones de Semana Santa, cabalgatas, torneos deportivos, desfiles, asambleas, festivales, y un largo etcétera que incluiría hasta plenos del ayuntamiento durante más de cuarenta años, sin olvidar la citada ceremonia de entrega del Premio Cervantes. Y aún estaba en activo en el año 2004 cuando se produjeron los atentados terroristas del 11M, y también los equipos técnicos de Ramón estuvieron presentes apoyando los actos convocados cada mes por las víctimas del terrorismo en la plaza de Cervantes. Su generosidad y disponibilidad fueron reconocidas por muchas instituciones con galardones, medallas, diplomas y otros obsequios, que compartió junto a su amplio archivo fotográfico en cinco exposiciones celebradas en Alcalá y en su ciudad natal. También recibió nombramientos honoríficos de asociaciones benéficas como Cruz Roja, varias cofradías, peñas, etc. Especialmente llevaba en el corazón las de la Guardia Civil y de la BRIPAC, de la que era Caballero Almogávar Paracaidista de Honor. Pero sobre todas, le emocionaba la que le hizo el consistorio nombrándole Hijo Adoptivo de Alcalá de Henares en 2012. Se ha ido aquel a quien el cronista José García Saldaña llamara “pregonero de Alcalá”. Y con razón pues hacían falta los dedos de las dos manos para contar los pregones que había dado a lo largo de su vida. El último el pasado mes de mayo a petición de la Parroquia de San Marcos de su barrio de Venecia, al que siguió días después la que sería su última salida en grupo para contar algunas historias de quienes levantaron el antiguo barrio de Lavapellejos. Según reconoció Luis Alberto Cabrera, responsable del Servicio de Bibliotecas del Ayuntamiento, “Ramón ha hecho una labor impagable de recuperación de fotografías de la segunda mitad del siglo XX que algún día será reconocida en la dimensión que se merece“. Su foto saltando desde el puente de la Alvega dos años antes de que se lo llevara la riada de 1947 es conocida dentro y fuera de Alcalá, y la narración de los detalles sobre cómo se obtuvo esa foto -la anécdota que más le gustaba recordar- justifican las palabras de Luis Alberto Cabrera. Al compartir sus vivencias verbal y gráficamente, no solo conservaba su memoria, sino también la colectiva, la de muchísimos alcalaínos anónimos que trató, y la de los usos y costumbres que conoció, y que de no ser por su insistencia y buena memoria habrían sido pasto del olvido. Tomo las palabras del título de su primer libro, “De todo corazón”, publicado en 1997, en el que pidió a más de cien amigos que contaran las experiencias vividas junto a él, para destacar dos virtudes que la mayoría de ellos mencionaban: su generosidad y su bonhomía. Sembró de todo corazón, y de todo corazón recogió desde el minuto uno, ya que ese libro y otros que le siguieron proporcionaron una recaudación que fue entregada a instituciones alcalaínas como la Fundación Antezana, el Patronato de San José y el Convento de Carmelitas de Afuera. Si Ramón fue afortunado por haber echado raíces aquí, no lo fue menos nuestra ciudad, pues como dijo alguien, tenía un corazón tan grande que cabía en él todo Alcalá. In memoriam, Ramón del Olmo Hijo Adoptivo de Alcalá (1927-2024). @complumiradas