Quienes visiten Alcalá por ferrocarril, nada más salir de la estación se encontrarán esta singular construcción destacando en medio de los modernos edificios residenciales levantados entre 1965 y 1985 jalonando el Paseo de la Estación. Un sueño, una fantasía arquitectónica, una extravagancia, un capricho, son algunos de los términos que se han utilizado para calificar al palacete de Laredo, llamado así por su primer propietario y artífice Manuel José de Laredo y Ordoño (1842-1896), uno de los personajes más notables de Alcalá en el último tercio del s. XIX cuando ejerció como artista polifacético, pintor, grabador, escenógrafo y arquitecto, no solo en este edificio, sino también en otros espacios decimonónicos complutenses. También sirvió en la política local como concejal de obras públicas entre 1890-1891 y alcalde desde 1891-1893. Se encuentra apartado del casco histórico porque fue construido sobre dos parcelas rústicas (contiguas a las Eras de San Isidro) al poco tiempo de la llegada del ferrocarril a la ciudad, cuando la “calle de la estación” que la comunicaba con el centro urbano aún no era el precioso bulevar en que se convirtió el Paseo de la Estación decimonónico. Fue la arteria principal de uno de los ensanches urbanos que se realizaron a finales del s. XIX, donde la burguesía local construyó sus hotelitos de recreo como la desaparecida Quinta San Luis, la Quinta de Cervantes, sede de la Junta del Distrito I de la que quedan los jardines, y el hotel de don Marcelino Clos, vecino del palacete, que alberga un centro de mayores. Su construcción comenzó en 1880, y finalizó en 1884, aunque la rica decoración interior, el remate final de las obras y la configuración definitiva de la quinta necesitaron algunos años más. Manuel Laredo, bibliófilo, conocedor de la historia de España, coleccionista de antigüedades y aficionado a viajar y organizar expediciones, lo diseñó para vivir y para reunir, a modo de museo, los objetos valiosos que había ido atesorando, recordando a otros destacados personajes de la época como Lázaro Galdiano o el Marqués de Cerralbo. Grandes coleccionistas en cuyas mansiones madrileñas guardaban numerosas obras de arte, hoy convertidos en pequeños museos. También utilizaba los elementos constructivos de su casa como muestrario que enseñar a posibles clientes que quisieran contratarle. El palacete de planta rectangular tiene una gran sala cuadrada en el centro, entorno a la cual se distribuyen otras ocho dependencias. Todas en el primer piso. En él están el gabinete de trabajo y los dormitorios. Desde el exterior ese espacio está cubierto por el torreón central, y es llamado Salón de Reyes por la decoración pictórica de sus muros realizada por el propio Laredo que muestra a los reyes españoles desde Alfonso XI hasta Carlos I. La bóveda gótica (s. XVI) que cubre este salón se reconstruyó piedra a piedra traída desde el castillo de Santorcaz en 1883. Completan el edificio otras piezas arqueológicas procedentes de otros yacimientos: la citada bóveda y columnas del castillo de Santorcaz; artesonados y cupulín del Palacio de los Condes de Tendilla de Guadalajara; columnas de la galería del jardín de la Penitenciaria de Jesuitas de Monte Loranca y azulejos hispano-árabes procedentes del palacio de Pedro I el Cruel, en Jaén, de Toledo y de Alcalá de Henares. La planta principal está a 1,36 m. del suelo lo que permite incluir bajo la misma dependencias de servicio como una carbonera, un invernadero, un almacén, una lavandería y una despensa. Además, bajo el minarete tenía su vivienda el guarda de la finca, León Postigo Regidor, que vivía con su familia. El edificio es de ladrillo y sigue las directrices del arte ecléctico en su vertiente historicista, porque imita, recrea y mezcla diversos estilos artísticos, entre los que destacan gótico, mudéjar, renacentista y modernista. En la decoración predomina el estilo neomudéjar, muy del gusto del autor y erudito coleccionista, que echó mano del catálogo completo de motivos artísticos árabes para decorar con ladrillo, yesos, columnas, capiteles, ventanales y arcos de herradura, con inscripciones arábigas, dibujos geométricos, platos y azulejos, presentes en rincones dignos de las Mil y una noches con escaleras, terrazas, torreones, matacanes y almenas, alminares, balcones, garitas, miradores con celosías moriscas y un cupulín recubierto de cerámica. Incluso tiene una sala inspirada en la Alambra. El palacete fue vendido por primera vez en 1895 por la mitad de su valor (50.000 pesetas), y adquirido por el prestamista y mecenas de Laredo, el relojero y diplomático Carlos Eduardo Lardet y Bovet que deseaba tener una villa de recreo en la periferia de la capital. De su mano estuvo como invitado en el hotelito el político de la Restauración José de Canalejas en 1902. En 1918, la heredera del diplomático, que lo utilizaba como segunda vivienda, se lo vendió al matrimonio formado por Vicente Villazón Fernández y Concepción Villazón y Gutiérrez por 12.500 pesetas. En ese momento dejó de llamarse Quinta la Gloria para ser Quinta la Concepción. En 1942 el hijo del matrimonio Antonio Villazón y Villazón se lo vendió a la familia Aguiar-Luque, últimos propietarios y responsables de su actual aspecto que en los años 60 vendieron numerosas parcelas, lo que disminuyó considerablemente el tamaño de la quinta afectando, sobre todo, al tamaño del jardín. Los terrenos amputados sirvieron para construir los barrios del Paseo de la Estación y de San Isidro. Los límites originales de la quinta llegaban desde el Paseo de la Estación hasta la calle del Pintor Lucas Padilla, la calle de Zuloaga, y al sur la calle de Bayeu. Finalmente, fue donado al ayuntamiento en 1973, y fue voluntad de los propietarios que el edificio albergara un museo Histórico Cisneriano. Estuvo cerrado y abandonado durante años llegando a ser incluso Centro de Salud hasta que en 1988 se acometió su restauración por la arquitecta Genevieve Christoff Secretan. Desde el año 2001, el palacete de Laredo es la sede del Centro Internacional de Estudios Históricos Cisneros de la Universidad de Alcalá. Vista actual del Palacio Laredo, con las parcelas que ocupaba @complumiradas El capricho de Manuel Laredo: Palacio Laredo de Alcalá de Henares